Anoche la alegría y la esperanza se fueron
sin avisar. Silencio. El amor se escondió
asustado, hundido. No desea creer en nadie más.
Llora inconsolable con su canto desesperado
mientras entierra su corazón deshecho en mil pedazos
-y con él a la razón- en el mausoleo frío del olvido.
Despide a la vida en un suspiro. Débil aliento ininteligible
desangrando esperanzas. Un absurdo que todo lo mece,
todo lo alcanza. Lápida helada sin sentido
con un tiro en la frente. Puñal por la espalda.
¡Un gemido que ahorca! Se secó su fuente –
manantial del alma- truncando otras vidas.
Rompiendo la alianza que unía la costa con la tierra
magra mientras descosía -hilo a hilo- en su telar
de nácar todo lo tejido en muchas noches blancas.
El amor se ha ido -a traición vencido-
con la madrugada -sin sol, sin alba-
cruzando puentes. Ave migratoria alzando
sus alas ajadas a los vientos hasta el aposento
de su antiguo nido. Laberinto mudo, sordo,
ciego, loco, sin ningún sentido. Se despide.
Se marcha dejando su estela
de dolor ungido. Frío adiós temido
desde su llegada. Aborto de amor
implorando tener mañanas-
Sin ningún futuro- Para siempre
-con dolor-
¡La Nada!
A d i ó s.
sin avisar. Silencio. El amor se escondió
asustado, hundido. No desea creer en nadie más.
Llora inconsolable con su canto desesperado
mientras entierra su corazón deshecho en mil pedazos
-y con él a la razón- en el mausoleo frío del olvido.
Despide a la vida en un suspiro. Débil aliento ininteligible
desangrando esperanzas. Un absurdo que todo lo mece,
todo lo alcanza. Lápida helada sin sentido
con un tiro en la frente. Puñal por la espalda.
¡Un gemido que ahorca! Se secó su fuente –
manantial del alma- truncando otras vidas.
Rompiendo la alianza que unía la costa con la tierra
magra mientras descosía -hilo a hilo- en su telar
de nácar todo lo tejido en muchas noches blancas.
El amor se ha ido -a traición vencido-
con la madrugada -sin sol, sin alba-
cruzando puentes. Ave migratoria alzando
sus alas ajadas a los vientos hasta el aposento
de su antiguo nido. Laberinto mudo, sordo,
ciego, loco, sin ningún sentido. Se despide.
Se marcha dejando su estela
de dolor ungido. Frío adiós temido
desde su llegada. Aborto de amor
implorando tener mañanas-
Sin ningún futuro- Para siempre
-con dolor-
¡La Nada!
A d i ó s.
Anoche la alegría y la esperanza se fueron sin avisar. Silencio. El amor se escondió asustado, hundido. No desea creer en nadie más. Llora inconsolable con su canto desesperado mientras entierra su corazón deshecho en mil pedazos -y con él a la razón- en el mausoleo frío del olvido.
Despide a la vida en un suspiro. Débil aliento ininteligible desangrando esperanzas. Un absurdo que todo lo mece, todo lo alcanza. Lápida helada sin sentido con un tiro en la frente. Puñal por la espalda. ¡Un gemido que ahorca! Se secó su fuente -manantial del alma- truncando otras vidas. Rompiendo la alianza que unía la costa con la tierra magra mientras descosía -hilo a hilo- en su telar de nácar todo lo tejido en muchas noches blancas. El amor se ha ido -a traición vencido- con la madrugada -sin sol, sin alba- cruzando puentes. Ave migratoria alzando sus alas ajadas a los vientos hasta el aposento de su antiguo nido. Laberinto mudo, sordo, ciego, loco,
sin ningún sentido. Se despide. Se marcha dejando su estela de dolor ungido. Frío adiós temido desde su llegada. Aborto de amor implora no tener mañanas -Sin ningún futuro-
Para siempre -con dolor-
¡la Nada!
Adiós
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Nieves María Merino Guerra
Gran Canaria - España
24-03-14
17: 45
Hora canaria
Meridiano cero
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