Canto VII
“…Tengo saco de lino, flores del mirto,
aromática dulzura del arrayán;
perfecta paz, mi vestido
paz pacificadora, paz unificadora,
en el camino ancho y angosto
en camino nuevo y vetusto
Huele fragancia incienso.”
Es muy difícil escribir sobre la poesía de Patricia Araya, cuando ella misma, en su propia introducciónCascadas de amor y paz, la define extensamente en todos sus ángulos, así como su compromiso con la vida misma, en el contexto de este momento histórico, de efectos multiplicadores por los vasos comunicantes entre los escribas y los amantes de la poesía gracias a las redes sociales de la Web.
Entrar al universo poético de Patricia Araya, es introducirse a un mundo de suaves y tersas fragancias, un mundo de paz, donde las imágenes se manifiestan en un cuadro de múltiples paisajes que le dan diversas gamas de delicada sonoridad y las palabras se transforman en melodías que bordan la suavidad de su espíritu; pero también es sentir a la palabra como portadora de conciencia y compromiso, de invitación al cambio, de sumarse a los reclamos de amor y paz, de acciones concretas para detener el deterioro del planeta en sus múltiples artistas: La guerra, el hambre, la codicia, el crimen, la discriminación de género, la indiferencia por los desposeídos y los otros que no piensan igual a uno y por lo tanto no existen, etc.
Acorta la distancia entre el lector y su obra dibujando un cuadro de palabras con los colores del amor universal, atrapa todos los aromas en la brisa y pareciera que de sus versos y ella misma, como portadora del verbo, emergiera de sus propios contornos para recibir a la magia distante manifiesta en los cambiantes signos del tiempo en un cúmulo de luz sanadora.
En alguna ocasión Patricia me comentaba sobre la intención de su poesía:
Quiero que mis palabras transporten música suave, un canto de templo en altura.
Quiero que estas palabras sean sanadoras de espíritu. Además ser lo que quizás este último tiempo no he sido; un oído silencioso donde pueda oír todo lo que está interviniendo la felicidad misma, con mi intuición; y dar un masaje universal de energía mística, pura, cristalina; y que en realidad sea un momento mágico.
Porque de su poesía, se percibe lo que no es, lo que ha sido antes de que estuviéramos unidos al cuerpo (maya para los hindúes) y parece cobijarnos en un recinto idílico (cielo, lluvia, árbol que se trasforma en poema, cuadros, sueños…) y eliminan los sonidos y aquellos cantos que no liberan la conciencia, como si fuera (paradójicamente) un ritual que atrae con sus versos, hacia el jardín que se encuentra en medio de la nada y es en su tristeza por la otra parte del mundo, que no es paz, que es hambre y miseria, desolación ambiental, etc., de donde llora lágrimas de loto que implosionan la mañana con los versos que parecen ser detenidos en un instante renacido en sus entrañas, de donde surge su canto, como el Krishna, pleonasmo de la paz y de la nada, Oximorón en sánscrito, magia sutil, como la brisa que fluye en las montañas, de donde emerge su mejor poesía en su Coquimbo amado y el mar: Guardián del recinto de flores, y los capullos de vacío, en los recuerdos de otras vidas y la interpretación de sus sueños, como si esta vida fuera mil veces ya vivida en otros tiempos.
Desde lo alto de la montaña, puede admirar “los campos de mies”, donde ella misma es una Gabina, depositando toda su energía en la semilla: La palabra; que luego se transforma en pan, ese intento de su propio misticismo en cada verso como una procesión de sílabas y palabras para lograr descifrar el significado en imágenes que se le revelan y así, elaborar una ofrenda a la vida y sumarse a la sinfonía del universo.
Es en su poema Rituales, donde se manifiesta su misión con la palabra como medio y transporte de sus deseos: Yo alzo mi sortilegio pensando en su nombre/escribo mi pensamiento en una hoja blanca, / deseosa del rito me desnudo.
Extiende con la palabra el compromiso que adquiere como un ser humano consciente de su tiempo y del tiempo que le toca vivir y se vuelve mensajera de paz y del amor universal: Se encarnaran las mejores virtudes, /reparando el tejido cuando se tiene heridas/duplicaremos el tiempo perdido/engendraremos el porvenir/ multiplicando el infinito amor
En Nelumbio sagrado reafirma su compromiso con el amor universal y escribe:
..Los caminos de la humildad se propagan
debemos encontrar del rito, el pálpito
aunar la tersura de su voz y sentirse trocados,
presagiar el huidizo intervalo,
y reconocer es la hora del llamado;
entrar a la pagoda,
ser loto sagrado;
ser nenúfar de los pies dorados.
Porque ella se sabe parte y medio del espíritu universal y compromete su palabra a la palabra de todos sus vivos y todos sus muertos, de todos sus poetas amados y sus compañeros poetas presentes, desde Neruda y Huidobro, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y García Lorca, por mencionar parte de su colección admirada, hasta sus compañeras y compañeros en la red de quien es fundadora como en su introducción (canto XII) lo comenta:
Somos hermandad de escribas
ayuno de ansias, escudos nuestras letras,
destilado gota a gota el amor,
embajadores de la paz
legando.
Merece un apartado especial la solidaridad con su género y especialmente con la mujer mas sufrida de este continente, en su prosa Carta a la mujer indígena, nos regala un sentimiento en mil alegorías con la tierra encarnada en la Mujer universal y le rinde su agradecimiento con imágenes dulces, metáforas de delicada admiración al sufrimiento encarnada en ellas:
Eres escritura laboriosa y sobre los telares quedan descritos como un arte sin igual en el mundo. Pues mírate mujer, llevas flores bordadas alrededor de tu pecho, como también a tu cuello y has ido dejando registros de tu firma, por todos los pueblos has ido caminando.
De igual forma para la mujer Mapuche:
Mujer sol, doble estrella y vergel dentro del hogar, tejedora de sueños, descifradora de símbolos, orgullosa mujer mapuche, yendo contra todos los vientos de la violencia para vivir, canto y armonía a todos sus hijos en paz.
El erotismo y el amor en la poesía de Patricia Araya es delineado por su pincel mas delicado, delgado y firme porque el deseo lo embellece con otro sentimiento sin eufemismos, su lenguaje cristalino o su intenso misticismo que transforma el deseo en acto divino, lo integra al contorno que dibuja la sombra de su silencio para transformarlo en luz, magia y cortinas trasparentes donde se vislumbra su intimidad, como lo interpreta en sus sueños. La palabra encuentra su erotismo y poco a poco en su poesía se define en el diálogo con el otro:
Quiero se entienda actúo, y me refugio en el deleite me da la escritura, trato de dar sentido a mi vida, y desde las palabras bosquejo, desde mi pie y totalidad de mi cuerpo, pintada la piel de silabas, breves, y largas, como caricias, que pienso tendría de tu mano.
…Estar sola, refugiada en tu silencio; solo el baile de palabras renace de tu sombra.
En Pomarrosa, prosa poética, reclamo amoroso, reencuentro con su cuerpo en la palabra nos regala estas líneas sublimes donde se define e invita al ser amado:
… Creo me podría dibujarme como ella, fruto dulce, textura suave, olor y sabor a los pétalos de una rosa, si pudiera estar con el amor nacido de tus palabras, podría llegar a deshacerme como almíbar, pero como soy como ella poco conocida, podría desconocer ser exótica y tímida a la vez, y dejo estas palabras, de a poco comiences a experimentar su sabor y figura.
Es en Así donde se manifiesta la mujer amorosa:
¿Sabes? estoy en frenesí silenciosa,
en los colores de mi naranjas,
en la tersura de mis limones
en la suave tela sobre mis caderas,
estampa seguiré,
esmaltada mujer deseosa
una pierna sobre la esperanza,
la otra en la fuerza de la sensualidad
así,
nacida en ti
caerán las horas,
siempre contemplando la puerta
por dónde has de cruzar.
Sin embargo, es en su compromiso con la vida en que construye un lenguaje único, donde el lugar común, se redimensiona y se transforma en su Ebru, donde las palabras fluyen como el agua en un río de imágenes que se delinean en el papel y así crear la imagen, su metáfora : única, irrepetible, porque encontrar una forma propia de decir lo mismo, es la búsqueda del poeta en su forma de hacer poesía y en la obra de Patricia, el lenguaje la rescata y lo hace suyo en una simbiosis de sus mundos interiores y sus sueños con la palabra, su palabra, su Ebru, el lienzo que nos regala en su prosa y en su poesía, su lenguaje como extensión de su propio ser:
Un día habré creado una montaña de palabras y sin darte cuenta treparás por todas ellas fuera de tu Alhambra y cuando eso suceda en el horizonte, mi sol te llamará y treparemos a nuestra propia montaña de silencios.
Modesto Herrera
Julio 2011
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